Cuando se quiere enseñar a un niño un idioma que uno mismo no domina, lo primero que se tiene que hacer es tener disciplina, la disciplina para aprender y practicar lo que se enseña. También se debe contar con el apoyo de la pareja o familiares que estén dispuestos a colaborar en el proceso, reforzando la práctica de idioma y fomentando un ambiente de interacción donde el niño pueda sentirse validado en su aprendizaje.
Quizás por esta falta de conocimiento del idioma inglés, algunos padres se sientan limitados en sus deseos de formentar el bilingüismo en sus hijos, no obstante, los niños son como esponjitas que absorben todo lo que se les enseña y escuchan. Existen casos en los cuales aunque los padres no hablan inglés de manera fluida, el sólo hecho de practicar en casa ciertas palabras y frases logra que los niños sean capaces de recordar los sonidos y entender las palabras en inglés. Si el niño no encuentra en sus padres el estímulo suficiente para hablar en inglés en un entorno cotidiano muy probablemente lo aprendido pueda llegar a olvidarse. Existen otros casos en donde los niños, aunque no tengan un vasto vocabulario en inglés para conversar, poseen un vasto entendimiento fonético del idioma y son capaces de entenderlo con sólo escucharlo, a este tipo de bilingüismo se le conoce como bilingüismo pasivo, es decir, la capacidad de entender un idioma pero no hablarlo.
Los padres necesitan establecer juntos los objetivos a lograr y la forma en que enseñarán a sus hijos un segundo idioma que no dominan; también tienen que ser conscientes que la pereza y la autojustificación de uno de ellos será una piedra de tropiezo en dicho proceso. El compromiso debe ser mutuo, y la dedicación debe ser compartida. Es por esta razón que en Ludobaby se ha desarrollado un método que fomenta el aprendizaje de padres e hijos a través del juego, en el cual los padres aprenden un inglés práctico que pueden aplicar a la vida cotidiana y reforzar lo aprendido en casa.
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